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sábado, 18 de enero de 2014

Cumplir un sueño con los pies

Otra redacción que me ha llamado la atención y que, por ese motivo he leído en todas las clases, es la de David Chito. David ha escrito sobre el fútbol y, seguramente sin ser consciente, ha hecho unas metáforas preciosas. Aquí os la dejo:

Para mí una de las cosas más bonitas y buenas que hay es el deporte, a destacar el fútbol: porque el fútbol es esa medicina que algunas personas utilizan para curar sus tristezas; porque el fútbol es un deporte que une a las personas de un mismo equipo; porque gritar un gol no se compara a ningún sentimiento. 
El fútbol es un deporte en el cual juegan once jugadores, algunos más importantes que otros, en este caso el portero. El portero es aquel jugador que no es el más reconocido de su equipo, sus intervenciones no cuentan como los goles, pero sus errores sí; aunque también es poder ser el héroe cuando todo está perdido y es tener alas sin saber  volar. 
También hay que destacar a los jugadores; es muy fácil criticar a un futbolista porque muchos no saben el sacrificio que implica jugar al fútbol. Detrás de todo un futbolista hay una infancia perdida por cumplir un sueño; pero la gente de hoy día no ve eso, solo ve a personas correr detrás de un balón... Pero la realidad es que están cumpliendo un sueño, un sueño que se cumple con los pies. 



domingo, 12 de enero de 2014

Las cosas bellas de la vida

Bajo este título debían hacer mis alumnos una redacción...La mayoría han sido parecidas, pero hay alguna que me ha sorprendido muy gratamente, y es que de vez en cuando, se esconde un escritor entre nosotros...

Me miró durante un largo instante, me dedicó una sonrisa cargada de preocupación. Yo se la devolví sin problema aparente, pero me sentía eufórico. Sabía que no mucha gente encontraba una ocasión propicia para llevar a cabo aquello que quería hacer. Alcé la mano temblorosamente en un fallido intento de aparentar firmeza, levanté el pulgar en señal de OK. Entonces me dejé caer hacia atrás suavemente y entré en contacto con el agua. 
En principio no noté el cambio, pero poco a poco el áspero roce del neopreno fue dejando paso a la gélida agua de mar y me estremecí. Comprobé el oxígeno y empecé a nadar boca a bajo, adentrándome suavemente en las profundidades del mar. 





Unos metros más abajo tuve que encender la linterna, y contemplé su belleza, la belleza del mar: ni un pez, ni un alga, ni un ruido...Simplemente inmensidad , grandeza. Por primera vez en mi vida pude apreciar la grandeza del mar, bella, inhóspita... Me dejé arrastrar hacia las profundidades. Entonces empezaron a llenar la soledad del mar peces, algas, corales, anémonas.... Contemplé atónito la sencillez de los componentes de aquel colorido hábitat lleno de vida, vida presente en todos y cada uno de aquellos seres, tan enfrascados en sus quehaceres cotidianos que ni se percataban de mi presencia.
Comprobé el oxígeno y supe que debía subir a la superficie. Saqué la cabeza del agua y miré al horizonte rojo, en el que un sol tímido se asomaba. Estaba amaneciendo. 

El mar                                                            Luís Piña


miércoles, 8 de enero de 2014

¿Por qué no leen los jóvenes?

¿Por qué no leen los jóvenes?

Esta pregunta que yo me hago se la hacen numerosos padres y profesores. Es verdad que los tiempos cambian y que ahora hay mil trastos tecnológicos, pero el placer de leer un libro sigue siendo el mismo. Entonces, ¿Por qué no leen?

No será que en el cole no se insista, ya que existen mil planes de animación a la lectura e inventos varios ( mi último intento, la bibliopatio); tampoco será que no haya variedad de colecciones, libros ilustrados preciosos y hasta libros de olores... eso sí, caros, porque los libros son caros. Sin embargo creo que la mayoría de padres pagarían gustosos por que su hijo fuera un lector avezado y, al fin y al cabo, cualquier videojuego es más caro.
Yo creo que el problema reside en lo que conlleva el acto de leer. La lectura es un acto de introspección; cuando lees, te abstraes de todo, son momentos de soledad buscada y de silencio deseado, de ensoñación y de reflexión. Así que para leer se necesita tiempo y silencio...Y estos dos elementos son caros y hasta ... raros? Vivimos atropelladamente, los jóvenes (y no tan jóvenes) van a tope, cargados de deberes, obligaciones y extraescolares; no tienen mucho tiempo libre. Además no saben lo que es el silencio, si no está en marcha la tele lo está la música. ¿Soledad? Bueno, hoy día se trata de una soledad sui generis, ya que con las tecnologías están hiperconectados todo el santo día....así que ni eso.

Con este panorama: ¿Qué se puede hacer? Creo que el único remedio es inculcarles desde pequeños el hábito de leer dentro de su rutina, propiciar en casa que haya un momento de calma, de tranquilidad, de tele apagada, momento que se dedique a mirar y a leer libros, sea después del baño o al irse a dormir; también aconsejo que tengan un rincón de libros a su alcance, aunque sea una cesta en el suelo. Si no sabes qué regalarles, regálales un libro, es una norma que siempre he aplicado cuando han traído buenas notas, el ratoncito Pérez, Navidad...
Si de pequeños siembras en ellos el gusto por la lectura (difícil de hacer, si no lo tiene uno mismo) , esa semilla crecerá, e incluso aunque a temporadas (como nosotros mismos hacemos) dejen de lado la lectura, nunca la perderán del todo.

Y no nos engañemos, no hay nada que pueda sustituir el leer, no sólo aprendemos, reímos, lloramos, sentimos....además, leer (igual que escribir) cura, es absolutamente terapéutico. Aquí os dejo un poema de Unamuno sobre leer que lo dice todo.



Leer, leer, leer, vivir la vida
        que otros soñaron.
Leer, leer, leer, el alma olvida
        las cosas que pasaron.
  Se quedan las que quedan, las ficciones,
        las flores de la pluma,
las solas, las humanas creaciones,
        el poso de la espuma.
Leer, leer, leer; ¿seré lectura
        mañana también yo?
¿Seré mi creador, mi criatura,
        seré lo que pasó?


Miguel de Unamuno